Cuando una de mis hijas, con singular curiosidad me preguntó: Quién fue Lus Aníbal Sánchez ? ; con un sano orgullo respondí: tu bisabuelito fue un “periodista ejemplar”, y vaya que me quedé corto, y acaso fui mesquino con esta calificación.
Ahora que, escudriñando entre papeles amarillentos, que se deshacen con sólo mirarlos, he visto brillar su nombre, a pesar de la densa y asficciante neblina, con la que el tiempo pretende sepultar el pasado; ahora que he podido conocer más de cerca su notable trayectoria, su labor multifacética y sus triunfos, alcanzados con el esfuerzo denodado de todos y cada uno de sus días; paulatinamente he podido apreciar su verdadera dimensión.
Es que Luis Aníbal Sánchez fue más que un periodista honesto, vertical y severo; fue también un hombre público, muy lúcido para llegar a las hondas raíces de los múltiples defectos nacionales y heroico para denunciarlos.
Mantuvo una prédica constante contra los pecados capitales de nuestro pueblo.
La pereza, decía: “…constituye la inquisición de las positivas conveniencias de nuestro destino en la vida …; la soberbia hace que nos revelemos a toda disciplina lógica y a toda ley moral, considerándonos únicos y predilectos en nuestro modo de ser …..; la cobardía nos impide hacer la obra para nuestra renovación y reconocer los brotes fecundos y las originalidades de nuestro carácter…”.
Luis Aníbal Sánchez fue el incansable obrero de la palabra y la cultura que luchó por acabar con nuestra postración inveterada, para enseñarnos a caminar por senderos de luz.